Tiago, es un robot que se reconoce en el espejo. Sí, como leéis, existe una unidad con forma de humanoide que es capaz de realizar esta acción, ¿cuál es la verdadera importancia de este hecho?
Pablo Lanillos, doctorado en ingeniería artificial e inventor de Tiago, ha conseguido crear esta inteligencia artificial que está dotada de un algoritmo más complejo que otras que anteriormente lo habían intentado e incluso llegado a conseguir.
Primer paso para la interacción entre humanos y robots
Su creador afirma que la verdadera importancia de este hecho es que cuando un robot consigue aplicar el reconocimiento sobre sí mismo y su cuerpo, no solo tendrá identidad sino que sabrá hasta donde pueden llegar sus actos y sus consecuencias. Por ello, esto es una primera puerta hacia una posible interacción directa en un futuro entre robots y humano con total seguridad y autonomía.
Esto ha sido posible gracias a que en el proyecto Selfception, que es de donde ha derivado esta creación, basan sus programaciones e investigaciones en diferentes teorías sobre la senso-motoridad psicológica y la neurociencia generando este tipo de sistemas que tengan la capacidad de desarrollar capacidades cognitivas de forma autómata.
En este caso, Tiago, al no contar con un background que defina su identidad (recuerdos, sensaciones, etc) realiza una serie de movimientos repetitivos frente a un espejo. Al darse cuenta de que es él mismo quien realiza esos movimientos sabe responder y afirmar que es él quién está ahí y no es otro sujeto.
Ahora a por el reconocimiento de sus movimientos
Lanillos ha confirmado que lo próximo será que Tiago, u otro robot que se desarrolle sepa reconocer todo el movimiento de su cuerpo, así de esta forma podrán lanzarse a la interacción con humanos de forma directa.
¿Será este el inicio de una posible convivencia con máquinas en entornos sociales y no solo para cuestiones prácticas o recreativas? Probablemente el futuro esté más cerca de lo que imaginamos.