Amy Laviers, ingeniera mecánica de profesión y coreógrafa profesional, dirige actualmente el Laboratorio de Robótica, Automatización y Baile en la Universidad de Illinois en los Estados Unidos, con la intención de conseguir que estas creaciones artificiales consigan aprender el arte de la danza.
A día de hoy, los robots se encuentran trabajando de forma eficiente y precisa en diversos campos que abarcan desde la mecánica hasta la medicina. Son capaces de realizar la actividad para la que han sido diseñados durante horas sin cansarse y sin perder precisión en sus movimientos.
Algunos de ellos son más toscos, sin embargo, otros pueden realizar delicadas operaciones quirúrgicas con la precisión de un humano -o mejor-. Por ello, ¿podría manipularse la forma de moverse físicamente que tienen hasta imitar los gestos y las actividades humanas existentes en el día a día?
Esta es la pregunta que se asomó por la cabeza de Amy Laviers y con la que incitó a los mecánicos a investigar la manera en la que los humanos nos movemos por el espacio y las habitaciones y, una vez que se consiguiese identificar el patrón cuantitativo, que se intentase aplicar en la construcción de los robots.
Por ello, Laviers quiso fusionar sus dos pasiones la ingeniería y la danza, y comenzó a enfocar su trabajo de investigación hacia los patrones de movimientos que se visionan a través del baile con la finalidad de poder reproducirlos en robots tras varios experimentos y estudios.
La investigadora ha confirmado que cree en que en el futuro los robots ocuparán todos los espacios existentes y convivirán tranquilamente en la vida humana. El hombre y el robot se convertirán prácticamente en uno.
Ella cree que el principal problema que tienen los que construyen robots es que determinan sus movimientos con la intención de hacer posible la resolución final. Por ello, a día de hoy, al no realizar todos los movimientos que por ejemplo puede hacer un médico a la hora de operar, las inteligencias artificiales se muestran muy diferentes a los humanos y son fácilmente detectables.
Si se parasen a interpretar los movimientos y a reproducirlos en robots, podrían crear movimientos más fluidos, que imitasen los gestos de los seres humanos, lo que supondría una completa adaptación a la vida humana.
Amy Laviers, la mujer que quiere enseñar a un robot como bailar, ¿qué os parece esta noticia?